En declaraciones realizadas al programa A Quien Corresponda (Radio Plaza), Zordán comentó que “desde el 2018 la Conferencia Episcopal Argentina hizo un proyecto de renuncia paulatina a la asignación del Estado y el 31 de diciembre de 2023 –hace dos meses y medio- hemos renunciado definitivamente; había tres asignaciones del Estado: una dirigida a los obispos u Obispados que la última de diciembre fue de 55.000 pesos, o sea, insignificante; otra para las parroquias de frontera, que no llegaba a 5.000 pesos mensual; y la tercera era para la formación de seminaristas y no llegaba a los 5.000 pesos cada uno por mes”.

“Se ha renunciado a eso, y es algo más simbólico que real porque esas cantidades no eran significativas, y esto nos ayuda a tomar conciencia de que somos los católicos los que tenemos que sostener la acción evangelizadora de la Iglesia, incluyendo la formación sacerdotal, la vida de los sacerdotes, obispos y otras tantas cosas que hay que sostener en las comunidades. Esto significa que en este momento no hay ninguna asignación del Estado, y no fue una decisión del gobierno, no es de las administraciones anteriores ni la actual, sino de la Conferencia Episcopal”, explicitó.

De este modo, contó que el sostenimiento de iglesias y sacerdotes “es con el aporte de los fieles, fundamentalmente con el parte de los fieles comunes que van a misa, no son grandes cantidades las que manejamos, sin lujo y sin demasiados gastos podemos sobrevivir. Estamos reacomodándonos en este momento como todos, recortando gastos que quizás sean necesarios, pero no son imprescindibles, como todo el mundo”.

Consultado por el trabajo de los sacerdotes en los barrios ante la crisis social, Zordán planteó que “indudablemente la crisis que afecta al país, afecta en todos lados y no solamente en los comedores sino a todos, hay gente que no llega a los comedores, pero tampoco llega a cubrir las necesidades básicas de las familias. Lo que se hace desde Cáritas en las parroquias es acompañar las necesidades extremas y desde lo pastoral justamente se acompaña, se trata de ayudar a tener una mirada esperanzada sobre la realidad que nos toca vivir y también ayudando en lo que se pueda a los que necesitan más en este momento. La preocupación mayor es por las familias empobrecidas, aquellos que aun teniendo un trabajo no llegan a fin de mes, la clase media empobrecida”.

En cuanto a la asistencia del Estado, mencionó que “hace dos días la presidencia de la Conferencia Episcopal mantuvo un encuentro con el Presidente y algunos ministros y allí quedó abierto un canal abierto con la ministra de Capital Humano que trabaja en lo social, y me parece que eso es un gesto importante. Por otro lado, las Cáritas Diocesanas reciben de la Cáritas nacional algunas ayudas que también se reciben del gobierno nacional y eso facilita la atención de nuestra gente. Con el gobierno municipal se han dado pasos interesantes, de trabajo en conjunto más que en lo social en lo cultural o en una mirada más amplia, pero creo que estamos caminando bien”.

Sobre la problemática del narcotráfico en los barrios y el trabajo pastoral, afirmó que “lo de Rosario ha sido un emergente que nos ayuda a tomar más conciencia de esto; en los barrios lo que más se ve es el contacto con la gente que consume, no tanto con el consumo como idea abstracta sino con la gente que consume y que a veces va a las parroquias en busca de ayuda, y me parece que lo de Rosario nos hace tomar conciencia de la otra pata del drama que es el narcotráfico y la violencia que eso genera que también es un tema muy delicado y preocupante”.

Al respecto, reflexionó que “uno hace referencia de Rosario porque es lo que apareció más claramente en las noticias de estos días, uno ve que en Rosario hay lugares que están totalmente copados por el narcotráfico o las bandas de narcotráfico y son las que proveen trabajo y otras cosas a algunos muchachos. Creo que eso es lo preocupante, porque la ausencia del Estado hace que estas bandas crezcan y vayan ocupando ámbitos que le corresponderían al Estado o a la sociedad en general”.

Asimismo, respecto de la acción estatal para combatirlo reforzando fuerzas de seguridad, consideró que “en esto falta la otra pata, falta un mayor control en las fronteras, falta un acompañamiento más cercano hacia los jóvenes; tenemos la educación destruida en el país y cuando no hay educación –incluso educación formal- hay incapacidad para encontrarle sentido a la vida, a la frustración, al dolor, y obviamente se cae en estas cosas. Creo que hace falta un trabajo más integral”.

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